Todo el mundo habla del 5G. Esta última tecnología móvil mejoraría la velocidad de conectividad, reduciría la latencia (tiempo de respuesta de la web) y aumentaría exponencialmente el número de dispositivos conectados. Dicho de otro modo, estaremos conectados a todo, todo el día y en el menor tiempo posible. Sin embargo, ¿es peligroso?
Más allá de las guerras tecnológicas entre China y Estados Unidos, la 5G ya está aquí y ha llegado para quedarse, como tantos otros avances técnicos. La red móvil de quinta generación transformará nuestra forma de comunicarnos, aumentará la capacidad de las autopistas de la información y permitirá que los objetos cotidianos se conecten a Internet. Desde los frigoríficos hasta los coches, todo puede estar conectado en tiempo real (a nosotros y a los demás). Su despliegue supone una auténtica revolución tecnológica que permitirá, por ejemplo, realizar intervenciones quirúrgicas teleasistidas, como la realizada recientemente en Barcelona (España), desplegar nuevas flotas de vehículos autónomos y utilizar sensores instalados en varios puntos de un campo de cultivo para coordinar las labores agrícolas.
¿Qué es el 5g?
El término 5G se refiere a la actual quinta generación de redes móviles. Atrás quedaron los días de la red 1G, cuando los móviles solo podían utilizarse para hablar por teléfono. Los SMS fueron introducidos por la tecnología 2G, y nuestro “smartphone” se convirtió gradualmente en una herramienta de comunicación más utilizada. La conexión a Internet (3G) fue la primera, seguida de la banda ancha (4G), que trajo consigo la reproducción de vídeo en tiempo real (streaming) o la realidad aumentada, dos cosas a las que ahora estamos muy acostumbrados, pero que eran completamente inviables hace sólo unos años.
¿Qué hará el 5g en el mundo?
El avance más significativo vendría de la mano de la velocidad. El estándar 5G permitiría alcanzar velocidades de hasta 10 GBps (gigabytes por segundo), es decir, diez veces más rápido que las principales ofertas de fibra óptica del mercado actual. A esta velocidad, se podría, por ejemplo, descargar una película entera en cuestión de segundos.
Además, la latencia (el tiempo que tarda una red en responder) se reduciría considerablemente. Según los controladores, podría reducirse a 5 milisegundos, un intervalo de tiempo casi imperceptible para nosotros, lo que nos permitiría comunicarnos casi en tiempo real. Esta información es especialmente valiosa cuando se trata de minimizar el tiempo de respuesta de un vehículo autónomo para mejorar la seguridad tanto de los ocupantes como de los peatones cercanos.
Gracias a esta nueva tecnología podemos, por ejemplo, aumentar exponencialmente el número de dispositivos conectados. Vehículos, robots industriales, mobiliario urbano (badenes, calzadas, paradas de autobús) y cualquier dispositivo electrónico de nuestros hogares (desde el sistema de alarma hasta la lavadora, por ejemplo) pueden asociarse. Los frigoríficos y los robots aspiradores, por ejemplo, podrían comunicarse e intercambiar datos en tiempo real.
El 5g y el cáncer
La OMS clasificó la tecnología inalámbrica como carcinógeno de nivel 2B, una amplia clasificación que se aplica a las sustancias que son “probablemente carcinógenas para el ser humano, es decir, cuando se cree que es creíble una relación causal, pero se desconoce el riesgo de cáncer”, Con una certeza razonable, no se pueden descartar sesgos o factores de confusión”, una categoría que incluye sustancias que se consideran menos dañinas, como el café.
“Los estudios realizados hasta la fecha no indican que la exposición ambiental a los campos de RF (radiofrecuencia) aumente el riesgo de cáncer o de cualquier otra enfermedad” afirma la OMS.
A pesar de que la Organización Mundial de la Salud ha declarado que “los estudios realizados hasta la fecha no indican que la exposición ambiental a los campos de radiofrecuencia aumente el riesgo de cáncer o de cualquier otra enfermedad”, algunas organizaciones advierten de los posibles riesgos para la salud de las ondas de los teléfonos móviles, La ONG Ecologistas en Acción, por ejemplo, ha publicado recientemente un comunicado en el que advierte que el 5G se ha implantado “sin evaluar sus posibles efectos sobre la salud y el medio ambiente, a pesar de los fuertes y numerosos llamamientos científicos para aplicar el principio de precaución.”
De momento, con los estudios científicos en la mano, parece que el 5G traerá más beneficios que problemas.